UN CAFELITO EN EL PARADOR DE SAN FRANCISCO


El otro día, no se a cuento de qué, os decía algo así como: “Eso pasa como la ALHAMBRA, que los granadinos la tenemos tan vista que ya ni la apreciamos” pues he decir que “¡mentira cochina!” que sí que la disfrutamos, siempre que tenemos ocasión…

Ayer fue el sesenta cumpleaños de una amiga nuestra, que nos quiere mucho, a mi novio y a mí, y que además sabe lo nuestro y nos quiere más si cabe, por ese mismo motivo, porque es nuestra confidente, sobretodo de los malos ratos que nos dan nuestras respectivas familias, y nos llamó para proponernos el plan de celebrarlo “tomándonos el café de la merienda, pero que no fuera en la cafetería de siempre”, así que yo propuese que fuéramos al PARADOR DE SAN FRANCISCO, que se encuentra enclavado en el entorno de la ALHAMBRA, y allá que nos fuimos. Se trata de un antiguo convento franciscano, contruido por los REYES CATÓLICOS en el Siglo XV sobre un antiguo palacio nazarita, del que conserva algunos vestigios, y que además, fue el primer lugar de enterramiento de los REYES CATÓLICOS hasta que estuvo adecuada su ubicación definitiva en la sepultura de la CAPILLA REAL.



Del convento original, cuyas estancias y celdas son ahora las distintas estancias y habitaciones del Parador, perteneciente a la red de paradores nacionales, destaca la capilla, puede que la foto no sea muy buena ya que estaba cerrada, aunque como las puertas eran de cristal, para permitir contemplarla no obstante, la hice con la cámara pegada al cristal y sin flash.

De esta parte, la capilla, que se encuentra en un lateral del claustro destaca el patio, cuyo artesonado está cubierto de mocárabes, es decir, las piezas de escayola con las que se decoraban los techos en el arte nazarí, así como uno de los ventanales, con su columnata del palacio nazarita original, sobre el que se construyó el convento, por expreso deseo de los REYES CATÓLICOS.


En la terraza del parador, en la que nos tomamos el café, destaca la existencia, que se descubrió como consecuencia de las reformas iniciadas al reconvertir el convento en parador, del hammán, esto es los baños árabes, estilo turcos, en su distribución arquitectónica. Todo ello sin olvidarnos de las excelentes vistas que se contemplan desde la terraza, concretamente los jardines del GENERALIFE, con parte de la estructura del palacio de verano de los reyes nazaritas, y otra construcción más reciente, del S. XIX, que recrea el mismo estilo de los palacios, aunque fue una rehabilitación posterior.


 Los únicos en merendar en el parador no fuimos nosotros, que la terraza estaba llena de gorrioncillos que pululaban de aquí por allí, intentando robar las migajas de las tostadas, los dulces y las tartas que se caían de la mesa de los clientes, sólo por esta dieta base se explica lo rollizos que están los gorriones del parador, que según yo intentaba que el gorrión se estuviera quieto para la foto, mi novio decía: “¡Pajarillos fritos, qué ricos!”, que yo creo que por esa razón el gorrión ha salido con cierta cara de “mosqueo”, como si hubiese entendido la expresión de mi novio. Claro que no era mi novio, de entre los del entorno, el único que al parecer le había echado el ojo a los gorrioncillos rollizos del parador…

Aunque subimos en autobús, el regreso, mejor dicho, descenso a GRANADA ciudad lo hicimos andando, por lo que pudimos disfrutar, una vez más, del entorno de la ALHAMBRA, por todo el paseo que baja de la ALHAMBRA a la ciudad… Destaca el llamado bosque de la ALHAMBRA, en el que constantemente te encuentras una fuente, una acequia, una fuente de agua, un salto de agua… y es que si algo sabían hacer los “moros” era disfrutar del agua en su doble vertiente de necesaria (higiene y agricultura) y elemento decorativo.

La constante presencia del agua hace que el entorno del bosque sea siempre, incluso en verano, verde, frondoso y fresco, agua que procede del deshielo de SIERRA NEVADA, y es que en GRANADA nunca tendrfemos problemas de sequía, ya que al deshielo de la sierra tenemos que añadir nuestra riqueza en aguas freáticas, subterráneas y toda esa hucha de agua que es la vega granadina.



Antes tuvimos que salir por la llamada PUERTA DE LA JUSTICIA, una de las puertas del recinto de la ALHAMBRA, que se caracteriza porque, entre la entrada y la salida, el interior está formado por un recodo, en “L”, o sea que entras y sales por el lado contrario, lo que no se imagina uno en un arco de acceso tradicional, por donde entras y sales por el mismo lado, esta peculiaridad es para mejor defender el recinto: En primer lugar porque a los caballos y al ejército paramentado les era más difícil doblar la esquina en el interior de la puerta, además sabiendo que los defensores estaban apostados a la vuelta de la esquina, nunca mejor dicho.

Esta puerta tiene además los famosos símbolos de la llave y la mano, uno tallado en el arco por fuera y otro tallado en el arco por dentro. Son símbolos protectores de la seguridad de la puerta que se corresponden con las llaves de la misma, y con la famosa "mano de Fátima" que como sabéis es un poderoso talismán para el islam.

Se dice que cuando la llave y la mano se alcancen, entonces caerá la ALHAMBRA en manos de los enemigos, otra leyenda dice que se descubrirán los tesoros de la ALHAMBRA, y otra que he escuchado es que el ISLÁM retomará GRANADA.




Y quizás por aquello de recristianizar todo lo que tuviese que ver con el Islám, una de las primeras decisiones de los REYES CATÓLICOS fue, ante la ausencia de iglesias en la recién conquistada GRANADA, dedicar algunas estancias de la ALHAMBRA a capilla cristiana. En ella colocaron la imagen de NUESTRA SEÑORA DE LA ANTIGUA, no sólo la primera imagen mariana de la ciudad, tras la reconquista, sino primera patrona de GRANADA, hasta ser desplazada por la devoción popular a NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS. Actualmente se encuentra en la Catedral, mientras que en la PUERTA DE LA JUSTICIA se encuentra una réplica de la misma, ya que aquella fue otra de sus ubicaciones provisionales.

En el mismo bosque nos llevamos la sorpresa, porque es reciente y no la conocíamos, de encontrarnos una efigie de WASHINTONG IRVING, el famoso escritor que dio a conocer internacionalmente la ALHAMBRA con su famosa obra “Cuentos de la ALHAMBRA”.

Aunque cuando él vivió y se quedó enamorado de la ALHAMBRA, en torno al año 1.832, la ALHAMBRA no estaba aún restaurada ni rehabilitada, estaba en estado de abandono, y era refugio de maleantes, delincuentes, bohemios y extranjeros, que habitaban de auténticos ocupas en sus estancias, lo que posibilitó que el propio autor viviera en ella y la conociera hasta el último recoveco…


Salimos a la ciudad, bajando la llamada Cuesta GOMÉREZ, pasando por debajo del ARCO DE LAS GRANADAS por sus motivos decorativos, amén de que, estoy hablando conforme se sale, nos habremos encontrado antes con la FUENTE DE LAS GRANADAS, también llemada así por sus motivos decorativos y que había sido levantada por el propio CARLOS V, famoso por el PALACIO del mismo nombre que hay dentro de la ALHAMBRA, que por mucho que digan no deja de ser un pegote arquitectónico ¡un palacio renacentista en un palacio nazarita! y lo peor de todo es que bastantes edificaciones de la ALHAMBRA original se derribaron para que CARLOS V se diese el caprichito de tener una residencia en la ALHAMBRA, aunque después poco lo usó. Actualmente es museo de bellas artes.



Os dejo con la foto de dos leones de la fachada de una de sus puertas laterales.

Finalmente, ya en plena CUESTA GOMÉREZ, justo antes del ARCO DE LAS GRANADAS, hay un pequeño palacete, que según dice mi novio, pertenece a la familia real española, y del que os dejo detalle de la fachada, finalmente descendimos por la CUESTA GOMEREZ entrando de nuevo en la GRANADA moderna, habíamos tardado más en bajar, disfrutando del paseo que en subir y tomarnos el café, pero gracias a ello ya habíamos hecho hora para tomarnos la “cervecita tras lo cual, después de acompañar a nuestra cumpleañera y ahora sexagenaria amiga (que ya me puedo meter con ella todo lo que quiera por la edad) hasta la puerta de su casa, como buenos galanes, aunque he de reconocer que no resultó muy galán, ni caballeroso, que le dijera –haciendo referencia a su edad- “¡Saliste con un cinco y regresas con un seis!”, nos volvimos a casa con la satisfacción de haber disfrutado, por unas horas, de la belleza de nuestra ciudad, como buenos granadinos…