DIEZ AÑOS DEL ATENTADO, OTRAS HISTORIAS...


Detrás de cada acontecimiento que golpea de forma terrible a la humanidad, como el terremoto y tsunami de SENDAI (JAPÓN), o el tsunami de INDONESIA, el terremoto de HAITI, o un gran atentado terrorista, como el 11-S, sobre las TORRES GEMELAS de NUEVA YORK, la destrucción y el terror suelen ser de tal intensidad que la noticia en sí, lo envuelve todo, y no es hasta mucho tiempo después, cuando pasa el impacto emocional de la tragedia en sí, cuando ésta empieza a desdibujar todo su protagonismo para dejárselo a las personas, a los seres humanos, que –ya se sabe- es en estas circunstancias cuando, por lo general, sacamos lo mejor de nosotros, y así la noticia se humaniza, podemos ponerle rostro, nombres y apellidos a las víctimas, porque detrás de cada una de ellas hay una historia, una vida, que –perfectamente- podría haber sido la nuestra-, en este caso, de toda una comunidad.

No he podido sustraerme a este efecto aniversario de los atentados del 11-S, podría hablaros de muchas cosas, sin embargo voy a contaros una pequeña historia, una más, una de tantas, para poner nombre, humanizar, esta tragedia.

Como sabemos, Norteamérica es tierra de inmigración de gran cantidad de europeos que creyeron ver en el sueño americano una oportunidad para sus vidas. De esta emigración, igualmente sabemos, los contingentes más elevados fueron de italianos, irlandeses y griegos. De la pequeña comunidad griega de la inmigración en NUEVA YORK, surgió, en el año 1.832, la necesidad de construir una iglesia, de rito Ortodoxo Griego. Lo que así se hizo, para atender las necesidades espirituales de lo que las iglesias ortodoxas llaman sus hijos de la diáspora, es decir, los griegos fuera de su lugar de origen… Así en el año 1.922 la iglesia estaba terminada, bajo el título de SAN NICOLÁS, ubicada en la calle CEDARSt, y comenzaba la andadura de esta pequeña iglesita, atendiendo las necesidades espirituales de los ortodoxos griegos en NUEVA YORK.

El edificio destinado a la Iglesia de SAN NICOLÁS no dejaba de ser una curiosidad en el lugar en el que se ubicaba, con sus apenas 6’7 metros de anchura, sus 17 metros de largo y sus 11 metros de altura, no tardó poco tiempo en quedar como algo curioso, y minúsculo, a los pies de sus gigantescas vecinas, las TORRES GEMELAS (concluídas respectivamente en los años 1.972 y 1.973). Debido a su pequeño tamaño, y a su original ubicación, la Iglesia quedó dedicada a atender las necesidades espirituales de las 70 familias, más o menos, que formaban su parroquia, casi todas ellas vecinas de las inmedicaciones, o trabajadores griegos del macro-centro económico de la vida de la ciudad. Al frente de la misma se encontraba el Padre ROMAS. Los Miércoles, además, la Iglesia abría sus puertas al público en general, aunque no fueran de confesión ortodoxa, de esta manera, dada su cercanía, muchos trabajadores y ejecutivos de las TORRES GEMELAS podían encontrar un lugar de quietud y tranquilidad en el que, en el ajetreo del día, poder desconectar, en silencio e intimidad, un poco, y hacer oración.

Pese a su sencillez y su pobreza, la Iglesia de SAN NICOLÁS contaba con algunos tesoros nacionales, entre los que tenemos que destacar algunas reliquias del propio SAN NICOLÁS, de SANTA CATERINA y de SAN SABAS, que habían sido donadas a la Iglesia por el propio Zar NICOLÁS II, el último zar de RUSIA. Dada su ubicación, evidentemente, la Iglesia de SAN NICOLÁS desapareció de la faz de la tierra, enterrada y aplastada como consecuencia de la caída de sus increíbles vecinas, las TORRES GEMELAS. Afortunadamente ya no quedaba nadie en su interior, toda vez que las autoridades evacuaron todo el vecindario desde el impacto de los aviones. Un electricista y el sacristán fueron los últimos en abandonar el edificio, minutos antes del colapso de la primera torre.



Poco después, durante las tareas de desescombro de la zona cero, nada se encontró de lo que fue la Iglesia, tan sólo se pudieron recuperar un icono de SAN DIONISIO de ZAKYNTHOS, un icono de MARÍA FUENTE DE TODA GRACIA, un libro de oraciones de la parroquia, y un candelabro irreconocible.
Los miembros de la comunidad de SAN NICOLÁS, con el padre ROMAS a la cabeza, acudieron poco después a rezar por las víctimas y la tragedia en la propia ZONA CERO. Testigos y trabajadores que ayudaron en el desescombro de la ZONA CERO comentaron a fuentes de la parroquia, que en el entorno de la Iglesia se encontró parte del tren de aterrizaje de uno de los aviones siniestrados, así como restos humanos, que dado la evacuación de la zona, sólo podían ser de personas que saltaron o cayeron de la torre vecina a la Iglesia.

Después, según he podido investigar, el destino de la pequeña iglesita de SAN NICOLÁS ha sido víctima de nuevo de los musulmanes. Al parecer, la AUTORIDAD PORTUARIA DE NUEVA YORK de la que depende administrativa y jurídicamente la ZONA CERO, como se sabe, autorizó la construcción de una Mezquita y un centro musulmán en el entorno de la ZONA CERO, lo que se suponía se hacia como gesto de buena voluntad hacia el islám, para que no se criminalizara ni se culpabilizara a esta confesion religiosa, en su totalidad, por los actos cometidos por un pequeño grupo de integristas, evidentemente nadie en NUEVA YORK entendió este gesto y las agrias polémicas, los enfrentamientos y las protestas no se hicieron esperar, ya que los familiares de las víctimas (cerca de tres mil) consideraban la posibilidad de la presencia de una Mezquita en la ZONA CERO un insulto… De esta manera la AUTORIDAD PORTUARIA DE NUEVA YORK descartó este proyecto, y de paso, prohibió la presencia de cualquier edificio religioso en la reconstrucción de la zona (ya que algún argumento tenía que dar para justificar el bloqueo de la Mezquita a llos líderes religiosos musulmanes, era una forma de decir: Ni vosotros, ni nadie).

Evidentemente esto ha soliviantado a la comunidad greco-ortodoxa de NUEVA YORK, que sigue reclamando la reconstrucción de SAN NICOLÁS, toda vez que han conseguido ya el dinero para ello, gracias a las donaciones de otras comunidades ortodoxas a lo largo de todo el mundo, así como con ayuda de los musulmanes, judíos y otras confesiones cristianas. Actualmente el Padre ROMAS, y las setenta familias greco-ortodoxas que formaban parte de la parroquia de SAN NICOLÁS, están reubicados, para sus celebraciones, en la Catedral Ortodoxa SAN CONSTATNTINO, EL GRANDE y SANTA ELENA, de BROOKLYN, en lo que consideran una solución temporal, inaceptable.