OUT IN PUBLIC... ¡VAYA CAMELO!


Yo no sé si es que internet es un mentiroso (ahora deberían escucharse risas enlatadas), o es que la calentura de algunos va más allá de la realidad, porque salvo que uno vaya de cruising, y para eso suele haber “zonas” más o menos “estipuladas” no es normal que uno se encuentre a la gente por ahí haciendo sus cosillas, o sea que eso que he descubierto, en internet (¡ah, pero en internet se ven cosillas, es la primera noticia que tengo!) de out in public, debe ser una majadería o una ciencia ficción.

Porque vamos a ver… (Y a partir de ahora, de cara a los comentarios, al que le haya sucedido que me lo diga, para que yo no me crea que esto es una leyenda urbana)… yo vivo en un segundo sin ascensor, o sea que escaleras van y escaleras vienen cada vez que sales a la calle, lo que si le sumamos mi corta memoria, supone varias salidas al día, que la barriguilla no la bajo pero tengo los gemelos como los de POPEYE… y entonces yo me digo ¿Cómo es que nunca me he encontrado con una escena como ésta en la escalera? Bueno, he de reconocer que no está el patio para cohetes, es decir que los únicos hombres menores de 40 años, en todo el bloque somos mi novio y yo, con lo que difícilmente nos vamos a encontrar con esta escena en la escalera… siempre se la podrían encontrar los demás, si es que mi novio y yo nos volvemos exhibicionistas de repente, pero en lo que se refiere a nuestra escalera, no es guapo ni el chino del reparto, ni el muchacho del telepizza, ni el cartero… ¡que lo nuestro es una cartera, que tenemos mala suerte en todo!

Porque supongo que, alguna vez os habré dicho, que yo en el MOMA, en el GUGGEHEIN, y hasta en el MUSEO PICASSO, si me apuras, me aburriría como una mona, porque yo el arte moderno ni lo entiendo, ni hago por entederlo, y ya, cuando en el  TELEDIARIO me cuentan las cifras astronómicas que alcanzan ciertos mamarrachos en el mercado, ya es que me lleva la mala leche… ahora, desde que en los museos modernos se han puesto tan de modas las perfomances, como que la artista, sentada en un taburete, coma pipas, mientras los demás la observan, con la explicación de que “con ello la artista experimental MARGARITA CHENCHO pretende denunciar la explotación de los loros en cautividad…” pues entonces, si me topo, así, en cualquier esquina con una pareja follando en una galería de arte, ya no me asustaría, pensaría que es una perfomance más, por supuesto no participaría, que ya se sabe, en los museos todo se ve, pero no se toca… a lo sumo intentaría ver, mas de cerca, de dónde le cualga a los participantes la etiqueta con el precio de la obra, porque yo siempre me he preguntado una cosa: ¿Cómo se compra una perfomance? ¿Me tengo que llevar a MARGARITA CHENCHO a casa, y darle pipas por toda la eternidad?

Y en la casa el que lleva las compra soy yo, y por más que frecuento los supermercados tampoco me he encontrado nunca con ningún cliente probando las salchichas in situ, y eso que no soy de un supermercado fijo, que todo es por donde ma da… es decir, el SUPERSOL al lado de casa cuando estoy en plan vago, el HIPERCOR cuando estamos tiesos de dinero y hay que tirar de tarjeta, el DÍA cuando queremos carne buena y barata, y el MERCADONA lo mismo, pero en relación al pescado… pero nunca, insisito nunca, me he topado con esta escena, que creo, además, siendo sincero, no me agradaría demasiado, porque seguramente lo que me saldría, lo que me pediría el cuerpo no sería unirme a ellos, o pajillearme observándolos, haciendo honor a mi nick, sino el regañarles diciéndoles: “¡Hombre, por el amor de Dios, ahí no, que esas lechugas las cojo yo luego!” y es que, tanto carnet de manipulador de alimentos para que luego vayas restregando la polla con cualquier cosa… ¡No hombre, eso no!

¿Nunca os habéis preguntado, cuando estáis en un MC DONALD’S, de por qué sale esa “bofetada de calor” de la cocina del lado que da al mostrador de los clientes? Y mira que yo, en mi ingenuidad, y en el desconocimiento de lo que se esconde en la trastienda de las grandes cadenas de cómida basura, que yo pensaba que era eso, sólo cómida basura, o el calor de las freidoras… ¡Y ahora resulta que no! ¡Que el calor que emana de la ventanilla de los pedidos, cara al público, tiene otra fuente! Ahora me parece muy mal, y esto es una crítica que hago desde aquí por si algún gerente de MC DONALD’S me está leyendo, es que a los clientes nos pongan las hamburguesas de carne mala, y la carne buena se la guarden para ellos, en la trastienda, porque el cliente siempre tiene la razón… ¿O no? Ahora que la próxima vez yo exijo la carne de dentro… ¡Sí, guapo, la que tienes en la trastienda, o en la entrepierna, no te jode!

Y mira que yo soy de coger autobuses, sobretodo cuando salgo de trabajar de noche, dada mi experiencia en atracos, no los que yo cometo ¡válgame el cielo! sino los que cometen contra mí… y eso que la noche, sobretodo a ciertas horas, ayuda a que las calles estén desiertas, pero tampoco me he encontrado nunca una marquesina de autobuses tan animada… a lo sumo me he encontrado un compañero de marquesina de autobuses que me ha animado a mí… pero nunca sin llegar a nada, primero porque jamás de los jamases dearía yo el primer paso, por mucho que el otro parezca devorarme con la mirada ¡con lo cortado que yo soy! (nuevas risas de lata, pero es verdad), aparte de que si me entraran, jamás de los jamases lo haría en público ¡anda, con lo rectado que soy yo! (nuevas risas enlatadas, pero es verdad) y es que yo, como buen TAURO soy muy sibarita, donde se ponga una cama, como Dios manda, que se quite todo lo demás…

Y a más de uno le sonará que si el Polígono tal, o cerca de la nave cual, es un buen lugar para hacer cruising, que ya se sabe que para estos menesteres al aire público cuanto más lejos, y más extrarradio mejor, que no creo que sea por la intimidad… ¡pues no se trata de hacerlo al aire libre!, que todo el mundo sabe, más o menos, aunque sea por oídas de oídas de un conocido, los lugares más aptos en su propia localidad… aunque supongo que este tipo de cosas sucederán de noche, porque las dos o tres veces que yo me he visto en un polígono industrial ¿Por qué la mutua del trabajo tiene tan lejos la clínica de las revisiones médicas? Será para que todos sepamos que, en ese polígono, te revisan de día, y te repasan de noche… es un chiste fácil, lo sé… no ha sucedido nada de eso, ni tampoco lo he visto, claro que no es que me haya puesto a investigar en profundidad

Y, por aquello de las obras, muchas veces, unas veces solo, otras con mi novio, otras con alguna compañera del trabajo, hemos tenido que ir a una nave de venta de productos y materiales de construcción, ya se sabe, las molduras de escayola de los techos, los ladrillos del tabique, las rasillas del cajetín de la persiana, el cemento cola, el yeso de enlucir… pero nunca me he encontrado a los dependientes de la tienda, ni a los albañiles que manejan la transpaleta de servirte el pedido tan entretenidos como los de la foto… a lo mejor sí, que estaban entretenidos, y yo no me daba cuenta, porque ahora que caigo, entre pagar y que apareciera el de la transpaleta con tu compra sí que pasaba un rato largo, aunque nunca he medido el tiempo, supongo que la tardanza dependerá del “elegido” en cada momento, aunque siempre hay un tiempo máximo para hacer esperar al cliente, que como dice mi novio: “¡Qué bonito es el amor, para veinte minutos!”

He dejado para el final la que menos improbable me parece, bueno, me sigue pareciendo improbable que en un parking cualquiera uno se lo monte con el segurata del parking, o con otro cliente distraído, que no encuentra su coche pero encuentra algo mejor… pero no improbable me parece lo de montárselo en un parking, porque yo lo he hecho… y es que el primer verano de conocernos, mi novio y yo, sus padres me invitaron a pasar unos días con ellos en la playa, y como no era plan de ponerse a lo que surja en el apartamento, y por aquella época éramos más pobres que ahora, como par un hotel, y de la playa ya escarmentamos, pues sólo nos quedaban dos opciones: la terraza del bloque y el garage de la urbanización, ambos lugares, puede que incómodos, aunque muy morbosos… el garage por esa tensión de sentir la puerta cada vez que entraba o salía un vecino en coche, y la terraza por esa sensación de impunidad que te daba estar follando, contemplando a todo el mundo desde la terraza, sin que nadie se imaginara lo que estaba sucediendo sobre sus cabezas…

Y ahora, decidme, pues… ¿Vosotros os habéis topado alguna vez con una situación así, sea como espectadores embarazosos o como protagonistas in fragaranti?