¿EN QUE TRABAJA UNA MARICA? PERFILES RECHAZADOS...


Antes de que empiecen a caerme las críticas, en los comentarios, por el título, dejad que me explique: No, no voy a recurrir al tópico de que los maricas sólo pueden ser peluqueros, diseñadores, estilistas, decoradores, escaparatistas, escritores excéntricos, directores de cine y… ¡ah, sí, se me olvidaba florista! Pero es que, cavilando al respecto, por aquello de la crisis y que, como estoy de baja, mi madre no hace nada más que decirme: “¡Ay, hijo, qué preocupación, y si te echan…!” y yo le digo: “A ver, mamá, que ya no existen contratos fijos, que te echan, la empresa te echa, reconoce la improcedencia, te paga la indemnización legalmente estipulada y a otra cosa, mariposa” –aunque no creo que con eso se consuele más, la pobre- así que he llegado a la conclusión, de que si me pasara algo en el trabajo… ¿Qué iba a ser de mí? ¿De qué trabajan las maricas?

Porque yo me pongo a ver los ejemplos que me rodean, y no es que los demás salgan mejor parados: Fijaros por ejemplo en el sector de los socorristas de piscina, ahora parece que les iba mejor que la ley obliga a que haya un socorrista titulado en todas las piscinas, públicas y privadas, al menos si te lo curras bien, puede que con lo que ganes en verano, te mantengas en invierno, que ya sabemos que si por algo se caracteriza este empleo es por ser temporal (salvo que trabajes en una urbanización de mega-pijos de la muerte, y tengan piscina climatizada…) Pero a un amigo mío, que trabajaba de socorrista, igualmente lo echaron, y mira que el tio era profesional, que si te ahogabas te hacía el boca a boca, sin escrúpulos, y si no reaccionabas, pues te soplaba por todos los sitios, a ver si el aire te llegaba por algún otro lado… yo creo que lo echaron por eso, por intentar reanimar a los ahogados por el sitio que no era, si es que las personas teníamos que ser como los flotadores, si tuviéramos todos una válvula, no habría errores de por donde soplar, digo yo, además ya no se insultaría a nadie diciéndole “soplapollas”, a lo sumo “sopla válvulas”.

Porque hablando de empleos temporales, lo de dar clases particulares no está mal, que ahora en SEPTIEMBRE, es cuando a todos los padres de niñatos de la UNI, que aprobaron la ESO porque los profesores preferian quitárselos del medio, que se han pasado todo el verano colgando gilipolleces en el muro de su FACEBOOK, y ahora les pilla el toro, se dan cuenta a toda prisa de que necesitan un profesor particular… hombre en esto sí puedo ayudar, al menos en inglés, filosofía, latín y en lengua (la de estudiar, malpensados…) pero claro, que todo depende del niñato que te encuentres por alumno, porque evidentemente no creo yo que quede muy bien, ni que te vayan a dar “cartas de referencia” si la escena que se encuentran los padres al llegar a casa es que su flamante hijo universitario está follando con el profesor particular… y es que ya sabemos como son los pijos, que delante de sus padres son unos santos, y por detrás se comen todas las pijas (me da igual, se pueden comer a las niñas pijas o las pijas de otros pijos…)

Y hay trabajos para los que, directamente, sé que no estoy capacitado, porque los que me leeis sabéis que yo puedo tener mis defectos y mis virtudes, como todo el mundo, que nadie es tan santo que carezca de defectos y nadie es tan “cabrón absoluto” que carezca por completo de virtudes, pero si hay algo que yo tengo, como defecto –supongo- a espuertas es mi completa falta de corrección, sea política, o social… o sea que estoy inhabilitado para todo trabajo relacionado con la diplomacia, lo políticamente correcto, el buen gusto y la distinción… es decir que nada de ser mayordomo, asistente, o guarda de la Casa Real, de un hotel de cinco estrellas, de un parador nacional de turismo o de sitios en los que la corrección y el buen estar sean la nota carácterística del personal… además tampoco me gusta la etiqueta, si yo tubiese que ir todo el día de etiqueta, por un trabajo, lo más seguro es que “explotase” a no ser que me buscara cualquier forma de aliviar la tensión de un trabajo que te obliga a ser correcto en todo momento, y precisamente, por ello, me despedirían bien pronto, porque ninguna de las cosas que se me están ocurriendo ahora sería, precisamente, de muy buen gusto que digamos…

Y es que nunca he sido una persona especialmente violenta, ni tampoco demasiado corpulenta, menos aún preparada en lo físico, es por ello que descarto, para siempre jamás, cualquier tipo de trabajo en el que las características mencionadas sean constitutivas del perfil del candidato: ¡Adiós bomberos, adiós policía, adiós ejército…! Que tampoco es que me llamasen la atención de antes, y eso que en estos tres colectivos he tenido a mis dos abuelos y a mi padre… pero no son esos los genes que yo heredé, porque aparte de que yo viviría siempre un Síndrome de Estocolmo al revés, que me solidarizaría siempre con los problemas sociales y de marginación de los chorizos, los delincuentes habituales y los detenidos, seguro que me echaban bien pronto a mí, porque si hay algo por lo que me caracterizo, además, es que nunca en la vida, hasta ahora, me ha hecho falta pegarme o agredirme con nadie, con lo que la porra –seguramente- que en lenguaje “oficial” se llama “la defensa” no la utilizaría nunca, y en caso de usarla, al final, seguro que me hacía un lío con ella y acababa dándole el uso para el que no estaba pensada… ¡Me conoceré yo!

Y para trabajos temporales, o mejor dicho, estivales, de los que te permiten luego vivir holgadamente el resto del año, hasta la siguiente campaña, todos hemos oído hablar de un amigo de un amigo que se ha ido a IBIZA, MALLORCA, BENIDORM, etc, etc… a trabajar en el sector de la hostelería, la restauración o “los servicios” y luego ha regresado, en invierno, con la suficiente holgura económica hasta el verano que viene… Pero yo de camarero no me veo, porque tengo una falta de equilibrio innato que hace que me vaya tropezando con todo, que salgo a dos o tres tropezones al día, pues imagináos si a eso le añadimos una bandeja en la mano, que seguro que me dejaba el sueldo comprando toallitas quitamanchas para ofrecérselas a mis sufridos clientes (y no veas cómo cuesta sacar el tinto de verano de una camisa blanca de lino, que suele ser el uniforme veraniego por aquellas tierras ¿no?, bueno, suponiendo que los clientes lleven la camisa puesta)… ¿Ves? sin embargo para alquilar las tumbonas de la playa, tenerlas siempre listas, contabilizar el rato del alquiler y, sobretodo, demostrarle a los clientes cuán buenas, mulliditas y cómodas son nuestras hamacas, en eso sí que me veo, fíjate tú…

Con todo aquello de la igualdad de roles y la paridad del trabajo, supongo que a las alegres comadres de WINDSOR, mis compañeras de trabajo, no les importaría que me pudiera presentar a esos anuncios, que se ven tanto en las farolas y en las marquesinas de autobuses, que dicen: “Se necesita señora para trabajar en domicilio haciendo las tareas del hogar, cocinar y atender personas mayores, todo ello en regimen de interna”, que muchas veces me he preguntado, viendo este tipo de solicitudes, la cara que pondría la familia en cuestión si se les presenta un hombre para aceptar el trabajo ¿le dejarían, o le discriminarían, precisamente por ser hombre? Porque supongo que a estas alturas nadie se cree que los hombres no sepamos guisar, planchar, limpiar, llevar una casa, estar con los niños, sacar al perro, etc, etc… mucho mejor que algunas alegres comadres de WINDSOR, esto es, mejor que las mujeres… Claro que yo me pensaría mucho lo del “en régimen de interno” porque en este caso, al contrario de la célebre película (“LA TENTACION VIVE EN EL PISO DE ARRIBA”), sería más bien “la tentación duerme en el dormitorio de al lado”, me refiero al “señorito –como diría GRACITA MORALES- porque a mí me dicen eso tan típico de: “Cuando regrese del trabajo, debe usted esperar al señorito para llevarle las zapatillas de estar en casa, su periódico, su copita de coñac y el puro, para que descanse un poco antes de la cena” y yo, que ya sabéis lo bien mandado que soy, el puro se lo llevo… ¡Vamos que si se lo llevo, el puro… todas las veces que haga falta!

Según la Ley de Segurdad Privada, cuando se pilla a alguien “chorizeando” en algún lugar, como por ejemplo, un Centro Comercial, no sé si sabéis que a veces puede que se imponga un cacheo del “presunto chorizo” para ver dónde se ha escondido aquello que se sabe ha robado, en estos casos la ley dice que si se trata de una sospechosa mujer debe ser siempre cacheada por una empleada de seguridad mujer, y si es un hombre, por un hombre… esto es lógico para no vulnerar la dignidad del presunto, sobretodo en el caso de que fuera una mujer cacheada por un hombre… Y yo siempre me he dicho: “¿Es que los maricas no robáis nunca en los centros comerciales?” porque no he conocido hasta la fecha que se haya dado un caso así… y en este caso ¿quién cachea a la marica cleptómana? Porque un hombre podría violentar al detenido, y una mujer lo prohibe taxativamente la ley… y es que, aunque haya colectivos tan homófobos como la seguridad privada, los porteros de discoteca, los seguratas de los centros comerciales… al menos deberían prever la existencia de dos o tres trabajadores maricas para estos casos “dudosos” según la ley…

De acuerdo que hay trabajos repetitivos, sencillos y que no requieren mucha preparación, como el de reponedor de supermercado, que es tan sencillo como “hueco en el estante de las lechugas, meto lechuga”, “hueco en el expositor de las salchichas, añado más salchichas”, “hueco en el display de C, meto más botellas de C”… Pero ya sabemos cual suele ser el lema de todas las superficies comerciales y supermercados, más aún con la crisis que hay que hacer todo lo posible por fidelizar a los clientes: “El cliente siempre tiene la razón y vamos, a mí se me pone a tiro un cliente un poco “encontradizo” o que me pida algo con un poco de “doble sentido” y antes de que me echen me lo estoy trajinando, donde encarte… porque ya sabemos ese piropo tan ordinario de los albañiles (que mira que pueden ser bestias cuando se lo proponen): “¡Nena, te voy a repellar to el agujero…!”, y como la obsesión de todo buen reponedor es precisamente esa, que no haya ningún agujero en la tienda sin cubrir, pues como un cliente se quede mucho tiempo, agachado sobre algún estante, es una clara invitación a: “¡Mira, otro agujero, pues nada, a completarlo…!”, aunque en este caso creo que el motivo del despido sería que el reponedor trabaja con excesivo celo profesional por su parte…

Y para masajista seguro que no valgo, en primer lugar porque como dice mi novio, soy tan manazas y torpe en todo lo que requiera cierta habilidad manual que, a veces, pareciera que tengo un manojo pollas en vez de dedos, expresión que aunque os parezca un poco fuerte, no es sólo de mi novio, que también me la decía, ya de antes, mi venerable abuela… y se supone que para trabajar de masajista al menos hay que tener un poco de tacto, para detectarle al cliente las contracturas, y luego sabérselas deshacer, poco a poco, que esa es otra, pero vamos, que yo paso de contracturas, porque a mí me pones un tío desnudo en una camilla, tapado ridiculamente con una toallita mínima, y lo primero que le digo es que para qué quiere esa gilipollez de toalla, ya para eso, mejor sin nada… y me da a mí que las contracturas no iban a ser precisamente el centro de mis atenciones profesionales, que hay muchas más cosas que masajear, que tienen además lo bueno de que, si te concentras en ellas lo suficiente, seguro que al cliente no le importa, y aunque le sigan doliendo las cervicales, al irse del masaje, seguro que tampoco se acuerda

Finalmente, si os queréis partir de la risa, vamos a descartarme para trabajar en todo lo que tenga que ver con el sector de la automoción, porque no sé montar en bici, esto es básico (¡con la falta de equilibrio de la que os hablé antes!), como para encima montar en moto, o peor aún, ponerse a conducir un cohe (aunque esto me lo impide mi nulidad psicomotriz, es decir, para que os hagáis una idea, yo no juego al baloncesto porque mientras boto la pelota se me olvida andar, y mientras ando no puedo botar la pelota… ¡Vamos que no puedo coordinar cuatro miembros de mi cuerpo haciendo cosas diferentes! ¡Imagináos el conducir… que si volante, pedales, espejos… demasiado lío para mi falta de psicomotricidad!) o sea que nada de vender bicicletas, coches o motos… y no digamos ya si un cliente me pregunta las especificaciones técnicas de tal o cual modelo o marca (que yo admiro a gente como, por ejemplo, mi hermano, que te puede citar todos los manuales técnicos de cualquier coche que le pongas delante) y a mí no me saques de que “Pues mire usted, este modelo tiene, cuatro ruedas, un chásis, tres pedales y me parece que una palanca de cambios… ¡como todos! ¿qué quiere usted que le diga?” y espero que no me pregunte por la palanca de cambios, que en ese caso, sí que tengo la respuesta: “Pues mire usted, gracias a Dios la palanca de cambios es bien sencilla: Cambia de dos maneras la palanca, para abajo cuando no tiene nada que hacer, o para arriba cuando cree que hay algo que merece la pena… ¿Usted que cree? ¿Me la va a cambiar para arriba o la dejo para abajo?”

O sea, que visto lo visto, rezaré, como en el chiste ese del pobre paralítico que en LOURDES, se cae con la silla de ruedas, por una cuesta abajo sin frenos e iba diciendo: “¡Ay, virgencita, que me quede como estoy!” porque tal y como está el patio, más vale que me quede como estoy, porque como ingrese las listas de maricas en paro, mucho me temo que no voy a dar el perfil para mucho más… y aunque se me ocurre un trabajo para el que seguro que me iba bien, y no había ninguna tentación de la carne por medio, y además no estaría sometido constantemente a la presión de los clientes, sería como modelo para las clases de pintura de unas monjas contemplativas, aunque he estado revisando los planes de formación de las principales congregaciones femeninas de ESPAÑA, y ninguna de ellas contempla el arte como algo que deban saber sus novicias antes de emitir los votos… ¡Vaya coño, para un trabajo sencillo, sin riesgos, en el que puedo ser más formalito que un bebé y no hay ofertas!

Y aunque sólo he pretendido arrancaros unas sonrisas, como siempre, antes de que empecéis a decirme que si los tópicos, mis exageraciones, los clichés sociales y todas esas cosas, decidme, curiosón que es uno: ¿Vuestro trabajo dificulta-mejora vuestro ser homosexual y a la inversa, vuestro ser homosexual interfiere-favorece vuestro trabajo? ¿Estáis contentos con vuestro trabajo o es, simplemente, “esto es lo que hay”?