GUAPERAS DE AYER Y DE HOY: GUAPOS DEL AYER...


Como el otro día os hablé de un guapo muy guapo, había pensado crear una sección fija, que si se tuviera que titular “GUAPERAS DE AYER y DE HOY”, en lo que se refiere al post de hoy, vamos a tratar el mismo tema desde el punto de vista contrario: GUAPERAS DE AYER, lo que pasa es que como no suelo tener mesura en mis posts, eso ya lo sabéis, mucho me temo que me he ido demasiado atrás, me he colado del AYER, pero bueno, al fin y al cabo somos homosexuales ¿no?, es decir, hombres a los que nos gustan los hombres, y entonces es normal que os hable de hombres, aunque sean demasiado vintages, demasiado retros

Me he tenido que asesorar con la WIKIMENTIROSA porque desde que yo estudié, me consta que ha habido nuevos hallazgos fósiles que han puesto patas arriba la taxonomía, clasificación, de ese ser vivo, que somos nosotros mismos, porque desde el HOMO SAPIENS SAPIENS, nuestra denominación taxonómica, lo cierto es que hacia atrás, valga la paradoja, se ha avanzado mucho en la investigación y en los descubrimientos. Me voy a centrar sólo en el género HOMO (de hombres) y no voy a retroceder mucho más, porque al fin y al cabo lo que quiero mostraros hoy son fotos de los GUAPOS DEL AYER. Hay que decir que los investigadores andan a la gresca en lo que a esta clasificación se refiere, ya que lo que para unos son auténticas ramas, aunque extintas, del género HOMO, para otros no son más que sub-ramas, subespecies de otras denominaciones del HOMO, sea como fuere, ya que no es mi especialidad, yo os los voy a nombrar todos, aunque sin meterme en esos berenjenales académicos…

El primero en la lista es el HOMO HABILIS, el primero en descolgarse de los homínidos, en concreto del eslabón inmediatamente anterior, que eran los AUSTRALOPITHECUS, ya que su capacidad craneal parece mayor, además el nombre de clasificación “hábilis”, significa “habilidoso”, ya que en los yacimientos de su descubrimiento (concentrados en ÁFRICA) se encontraron los primeros instrumentos rudimentarios de piedra tallada, lo que les da otro rasgo de humanidad... Aparte del uso de instrumentos y su fabricación (aunque esto también lo saben hacer determinados animales) en que por fin nuestras manos tenían la suficiente capacidad prensil, gracias al pulgar oponible, como para permitirnos la habilidad de manipular objetos con mayor precisión. Se considera que alcanzaría unos 130 ó 140 centímetros de altura, y alacanzaría un peso de unos 40 kilos.

Le sigue a continuación el HOMO RUDOLFENSIS, que para algunos autores no debería ser considerada una especie propia, sino una subespecie del anterior, aunque la tesis mayoritaria es considerar que es una especie humana completamente diferente. Se localiza también en ÁFRICA, aunque en una zona muy determinada, por lo que se considera que no se extendió más allá de su zona de influencia, es decir, de los yacimientos en los que fue encontrado. Hay que decir que fue contemporáneo del anterior, cohexistieron al mismo tiempo, y la principal diferencia con aquél, para que se diga que se trata de una especie diferente, radica en el hecho de una mayor capacidad craneal, ergo más inteligencia, y que el rostro sería mucho más alargado y esbelto. Tiene las mismas características “culturales” del anterior, es decir, fabricación de herramientas muy rudimentarias en piedra. Hay autores que en vez de considerarlo contemporáneo al HOMO HÁBILIS se atreven a colocar al HOMO RUDOLFENSIS inmediatamente encima, en la cadena evolutiva, por lo que sería el miembro más antiguo del género HOMO.

Sigue a continuación, en nuestra galería de guapos ilustres del ayer, el HOMO ERGASTER, que también soporta bajo sus hombros las dudas de los académicos en torno a su consideración como una especie diferente, con todo, es verdad que muestra una mayor capacidad craneal que los dos anteriores, además, las proporciones entre la longitud de brazos y piernas es ya más parecida a la nuestra, lo mismo que en su altura, a excepción de la complexión, un poco más gruesa y musculosa, y algo nada despreciable, se cree que fueron los primeros en poder comunicarse entre sí, o entender la simbología de ciertas metáforas (por ejemplo, ver las huellas de un animal, y saber, en su mente, a qué animal se correspondían), y al ser los primeros en mostrar la cuenca del ojo blanca, serían capaces de saber el “estado de ánimo” de sus compañeros interpretando su mirada… Hacían herramientas más elaboradas y precisas, y su esperanza de vida no era aún muy larga, pocos llegarían a viejos, lo que sucedería en torno a los veinte años de vida.

A continuación viene el HOMO GEORGICUS, reciente en su descubrimiento, ya que es de 2.002 cuando se tiene noticia de él, en los círculos de expertos, por vez primera. El nombre se lo debe a la ubicación del yacimiento, en la República ex-soviética de GEORGIA. Se da la curiosidad de que en este yacimiento aparecen los restos, dentro de una cueva, con estratos de cenizas volcánicas, de varios individuos de edades diferentes, por lo que los expertos han llegado a establecer que quizás, el grupo familiar, o clan, sorprendido por una erupción volcánica, encontró abrigo y refugio en dicha cueva, falleciendo todos quizás por la asfixia del aire enrarecido y los gases volcánicos. Junto a ellos se han encontrado herramientas elaboradas, destinadas a la caza, y sería precisamente el consumo de carne, en abundancia y con frecuencia, lo que les dotaría de las proteínas necesarias para sobrevivir en alturas cada vez mayores, donde se supone, debería hacer más frío al mismo tiempo.

Especialmente extendido por toda la zona asiática surge otro HOMO cuya denominación ya nos suena más, se trata del HOMO ERECTUS, que debe ese nombre no a que fuese todo el día andando con la polla tiesa, sino precisamente a que iba todo el día andando –a secas- pero ya de forma derecha, erecta, es decir sin la típica forma de andar agachada, o jorobada, de todos los representantes anteriores. Entre sus principales características esta el que sus instrumentos son múltiples y variados (tajadoras, rascadoras, cuchillos, martillos, hachas, yunques, morteros…) y de materiales nuevos y diferentes (piedra, madera, huesos de animal, cornamentas…) y dado que su dentadura es bastante pequeña, y que conocía el fuego, quizás ya no necesitaba tanta fuerza en la mordida para cortar y desgarrar, ya que probablemente cocinaban todo lo que comían de alguna forma rudimentaria (básicamente hervir y asar).

Le sigue el HOMO ANTECESSOR, la especie más extendida por toda EUROPA y considerada la más antigua de nuestro continente, ya tiene la proporción, altura y características del hombre moderno, de ahí el nombre de “antecessor”, de nuestros ancestros al estar más cerca de nosotros en la línea evolutiva, con todo su capacidad craneal aún no es la nuestra, sino un poco menor. Hay que decir que el yacimiento más importante de esta especie se encuentra en ESPAÑA, en el célebra yacimiento de ATAPUERCA, con toda la polémica que ya sabemos acerca de si debe tratarse de una especie propia, o alguna subespecie del HOMO ERECTUS. En este yacimiento se han encontrado vestigios además de los huesos de gran cantidad de animales que sirvieron en su dieta habitual, por lo que hemos de incluirlos entre los carnívoros cazadores, y la presencia de marcas de dientes en algún hueso humano hace pensar que a lo mejor pudieran practicar algún tipo de canibalismo, no se sabe si con fines alimenticios en caso de necesidad, o de fallecimiento de algún miembro del clan, o con algún tipo de finalidad mágica o ritual.

El HOMO HEIDELBERGENSIS, es el primero que se sale del marco africano, en el que se ubicaban los anteriores, y sus yacimientos se han encontrado preferentemente en ALEMANIA, se caracteriza porque eran muy altos (180 centímetros) y muy fuertes (los ejemplares adultos podían pesar perfectamente unos 105 kilos), es por ello por lo que esta especie recibe el nombre familiar de “gigantes” o “goliats”, ni qué decir tiene que su capacidad craneal era muchísimo mayor que los mencionados hasta este momento. Su dieta sería esencialmente carnívora, y habrían perfeccionado el arte de la caza, haciendo que sus presas huyeran, de forma dirigida, hacia trampas naturales como precipicios o pantanos, o tirando rudimentarias lanzas de madera y hachas de dos filos contra las manadas en estampida. Otro detalle curioso es que se han encontrado, en sus yacimientos, mandíbulas sin dientes, lo que da a entender que podían llegar a una longevidad tal como para perder la dentadura, y que los ancianos seguían formando parte del círculo familiar.

Con el HOMO NEARDENTHALENSIS ya nos vamos acercando a aquellas denominaciones que empiezan a sonarnos más de nuestra época de estudiantes. Se caracterizan porque ya estaba extendido plenamente por toda EUROPA y ASIA, su capacidad craneal se dispara en relación a todas las ramas anteriores, estaban bien adaptados al frío, aunque relativamente bajos de estatuta (165 centímetros) tenían una complexión corporal fuerte y robusta, y prominentes aletillas en la nariz, lo que es propio de las regiones frías (como los habitantes, por ejemplo, en la actualidad del CÁUCASO). Se sabe además que podían ser pelirrojos, ya que este gen se encuentra presente en su ADN, lo mismo que su grupo sanguíneo predominante era el “cero”. Aunque no serían grandes corredores de fondo, si podían realizar grandes caminatas, aunque se cree que pudiera comunicarse, tendrían un silabario (capacidad de articular sílabas) más reducido, ya que su laringe está situada más arriba que a nuestra, lo que dificultaría la pronunciación de algunos sonidos de nuestra actual fonética. Son los primeros en rendir culto a los difuntos, en rudimentarias fosas y tumbas, para lo que, primero, descarnaban los huesos con sumo cuidado, que era lo que se enterraba, la carne se consumía, aunque de forma ritual, ya que la forma de descarnar un animal, por las marcas dejadas en sus huesos, es completamente diferente a la forma de descarnar a un miembro fallecido del grupo (se hacía con más cariño y delicadeza).

Una especie recientemente descubierta en la ISLA DE LAS FLORES, y de donde toma el nombre, ha sido el HOMO FLORENSIENSIS, llamado así porque sólo se encuentra en el entorno de esta isla. Lo curioso es que los científicos le han puesto el mote, porque la comparación es inevitable, cariñoso de “hobbits” ya que se caracterizan precisamente por esta característica, su reducido tamaño, ya que los adultos dificilmente superarían los 100 o 110 centímetros de altura, y aunque no por ello menos inteligentes, no deja de ser cierto que las herramientas que se han encontrado de esta nueva especie son idénticas a las que se conocen de otras culturas, pero diminutas, adaptadas a su tamaño. Hay que decir que el tamaño suele ser una característica de especies que se quedan aisladas en islas, sea para las grandes proporciones como para las pequeñas. Así en la ISLA DE FLORES se han encontrado también restos de elefantes diminutos, lagartos gigantes y ratas muy grandes, ya que en los entornos aislados, de los que –evidentemente, como una isla- no se puede huir la evolución exige, de cara a la superviviencia, que exageres tu tamaño para no tener enemigos, o al contrario, lo reduzcas para mejor pasar desapercibido… Se cree que se extinguió por alguna erupción volcánica que afectara a la isla, a los hombres y a los animales por igual.

Y, finalmente, nosotros mismos, el HOMO SAPIENS, que se considera la única rama evolutiva del género HOMO no extinta, lo que se produciría con la extinción definitiva del HOMO FLORESIENSIS y del HOMO NEARDENTHALENSIS, de los que fuimos contemporáneos, en sus zonas de extensión respectivas. Ya no hace falta enumerar todas sus características antropológicas, culturales o sociológicas, ya que basta con que te pongas, desnudo, delante del espejo y te contemples detenidamente. Ya que desde un punto de vista morfológico en nada nos diferenciamos ya de los primeros ejemplares de HOMOS SAPIENS, con todo un detalle que no conocía es que, aparentemente, aún antes de que nos consolidármanos como el fin evolutivo, hasta la fecha que se sepa, del género HOMO, en su variante SAPIENS, hay otra variante que es el HOMO SAPIENS IDALTU, aunque éste se concentra tan sólo en una pequeña área del continente africano, aunque sería una subespecie de nuestro propio género, por lo que, en propiedad, habría que distinguir entre el HOMO SAPIENS IDALTU, con todo extinguido tambén, y nosotros, el HOMO SAPIENS SAPIENS, se hace necesaria la reiteración para distinguirlo, taxonómicamente, del anterior.

Así que recordad, la próxima vez que veáis a un “GUAPO DE HOY”, la cantidad de “GUAPOS DEL AYER”, que se han ido quedando en el camino, para que lleguemos a ser lo que somos, y podamos disfrutar de las vistas que tenemos cuando disfrutamos de los “GUAPOS DE HOY”, de todas formas, si me preguntáis por los “GUAPOS DE AYER” me quedo con el hombre de NEARDENTHAL, a lo mejor, recortándole el pelo, y dándole una ducha, se queda medio “bonico” y a lo mejor parece hasta “guapo”….