RATAS

Hay un texto bíblico -que quizás Andrés el Homógrafo sepa concretar, dada mi espesura en este momento- que siempre me ha llamado poderosamente la atención generando en mí un desasosiego molesto. Es aquel en que el "dios de los judios", "dios de nuestros padres" dice que hemos de ser frios o calientes, pero nunca tibios. Los tibios serán escupidos de la mano de dios. El texto, estremecedor cada vez que lo escucho, no deja de ser revelador de la tibieza que ha reinado a lo largo de los siglos en infinidad de circunstancias históricas.
En estos días, yo estoy perplejo con la reacción político/social que ha supuesto el último comunicado de ETA anunciando un supuesto fin de "la actividad armada" -no sé a qué actividad armada se refieren, porque que yo sepa, ETA es una banda de asesinos y terroristas amamantados en una falta de principios morales y en un déficit cultural inmenso (en mi tierra dicen que no hay tonto bueno)-.
Además de desconfíar plenamente en dicho comunicado, me parece alucinante la reacción de "nuestros políticos": unos lloran, otros hablan ya de beneficios penitenciarios, otros de adelantos electorales, otros de excarcelaciones, otros de acercamientos y no faltan idiotas que incluso dan trabajo a Etarras arrepentidos, como si dar trabajo a alguien no dependiera de sus cualidades y su currículum y sí de su grado de arrepentimiento asesino.
El caso es que este anuncio me ha generado una superlativa naúsea, superior infitamente a la que llevo sufriendo durante años cuando enciendo la televisión y la primera noticia es sobre el País Vasco -o Provincias Vascongadas, como el pueblo sencillo siempre ha llamado a ese territorio en parte de España, al igual que existen otras provincias como las de Albacete, Cuenca, Valencia, Granada, Soria o Jaén-.
Realmente, estoy asqueado del protagonismo que esa región de España -junto con alguna más, tan periférica como periféricamente idiotas son sus políticos nacionalistas- ha venido adquiriendo durante cuarenta años. Asqueado de sus Lehendakaris, de sus Guernicas, de sus Juntas, de sus Cupos, de sus Lakales Borrocas y de las madres que los parió. Tal protagonismo ha venido ensombreciendo los problemas de otras regiones de España, que sumidas en la oscuridad del anonimato, viven y perviven apenas sin infraestructuras, medios o recursos. Por ejemplo: muchas zonas de Castilla La Mancha, Aragón, Extremadura o Andalucía. Y uno, que ha vivido en esas regiones olvidadas, estaba hasta los mismísimos cojones al ver a los Lehendakaris siempre lamentando, llorando y gruñendo por su necesidad -ficticia- de autodeterminación, por su necesidad nacional, por su necesidad financiera. Mientras tanto, en otras regiones de España, no había ni agua corriente con la que limpiarse el culo. Pero, el Cupo era el Cupo y los putos derechos históricos de estas regiones eran más sagrados que todos los Copones del resto de las regiones de España. Y hasta para eso, tenían su Iglesia Oficial (veánse los Obispos Vascos o los Curas nacionalista Catalanes, más mariconazos -peyorativamente hablando, claro- que curas).
El caso, es que si uno ya estaba hasta los huevos de tanto País Vasco, ahora el asunto se ha vuelto insoportable. Porque, además parece que tenemos que besarle los juanetes a una banda terrorista por dejar de matar, supuestamente.
¡Qué asco tan profundo!. Y, ¡qué falsedad!.
¡Qué falsedad en primer lugar la de nuestros políticos desvergonzados!. Esos políticos que se bajan los pantalones cuando cuatro cabrones dan un comunicado dejándonos vivir. Y es que, un voto es un voto.
¡Qué falsedad y qué tibieza la de los políticos Vascos nacionalistas y no nacionalistas! Esos mismos políticos que han generado el caldo de cultivo apropiado para el asesinato. Esos políticos de la autodeterminación y sus derechos, que minimizan las acciones de los gansters y que luego se escandalizan cuando se produce el asesinato; asesinato del de enfrente, claro. Esos políticos a lo Arzallus, que recogía las manzanas mientras otros movían el árbol. ¡Qué producto tan suculento ha producido ese ambiente independentista generado por ellos para sacudir la peseta del resto de España, aunque fuera matando!.
¡Qué tibieza la del pueblo vasco! Porque, sí... vascos sí, ETA no. Pero... ¡qué tibieza tan grande! ¿O es que acaso el nazismo hubiera sido posible sin esa tibieza y complicidad del pueblo alemán?... ¡qué tibieza tan grande la de mirar para otro lado cuando matan al vecino! ¡Algo habrá hecho! -se decía. ¡Qué fariseismo el de una sociedad que durante muchos años no dió la cara por el indefenso, por el desprotegido, por el asesinado!
Y... ¡Qué desvergüenza la de una Iglesia Vasca de curas con chapelas que ha amparado al asesino desvirtuando las Bieneventuranzas y negándose durante tantos años a hacer públicos hasta los entierros de las asesinadas víctimas!... ¡asco es lo que me producen estos asquerosamente Sa-CERDO-tes!, porque éstos serán los primeros que habrán de ser escupidos de las manos de dios por su tibieza maligna acogedora del asesino de forma tan cómplice. Cooperadores necesarios, peores que los mismos autores.
Sólo me queda por desear, que el asco que siento al respecto se vea atemperado por una solución definitiva, con justicia y dignidad hacia las víctimas. Una justicia ciega que dé cuando tenga que dar y que ponga cuando tenga que poner y que haga verdaderamente justicia a los cientos de asesinados.
Dignidad y Justicia. Dignidad para el Estado y Justicia para las víctimas.
Y todo el peso de la Ley para esas asquerosas ratas descerebradas que no han sabido valorar la belleza de la vida humana y han derramado la más sagrado: la sangre de los inocentes.