MANUAL DE INSTRUCCIONES PARA LA VIDA....


A veces, sobretodo cuando algo va mal, y me refiero a la enfermedad de alguien cercano, peor aún su fallecimiento, a las necesidades reales de la gente que nos rodean (desgraciadamente cada vez más grandes por aquello de la crisis), o en suma ante cualquier contratiempo de la vida, me interrogo acerca de cuán injusta es esta puta vida, a la que venimos a hacer sin que nos pidan permiso y de la que nos solemos ir, de la misma manera, sin consultarnos, que no creo yo que morirse sea algo que a nadie “nos venga bien en la agenda” ¿Y en el paréntesis intermedio, dígase la vida? Pues no cabe más remedio que vivirla, como en ese anuncio de seguros OCASO, que dice Bienvenida al teatro de tu vida y nos van enseñando los distintos momentos de la vida de una mujer desde su nacimiento a su jubilación...

Y es que esto es algo que me interroga constantemente.... Que nos compremos cualquier electrodoméstico, por insulso que sea, como por ejemplo un secador de pelo de una tienda “de todo a cien” de los chinos, y venga acompañado de un libro de instrucciones más grande que la guía de teléfonos, aunque sólo tenga un botón de encendido y apagado, da igual, las instrucciones siempre son enormes... y sin embargo, nosotros, que somos mil veces más importantes que un secador de pelo, es decir, los seres humanos, vengamos a la vida completamente desnudos y desprotegidos, y no me refiero sólo a la desnudez del nacimiento, o a la desprotección del bebé, sino es que venimos a la vida sin guía, es decir.... ¡no nos dan ni instrucciones de lo que es la vida, ni siquiera unos tristes apuntes o unas fotocopias, nada...!

Evidentemente, en este doloroso proceso de descubrir que estamos en medio de este “teatrillo de la vida” como un actor perdido, sin guión, caben varias opciones... una de ellas es la de dejarnos guiar por aquellos que nos precedieron en el camino, para comenzar nuestros primeros pasos, e intentar vivir “al modo de” algunas instrucciones dejadas por nuestros precedentes, predecesores –o como queráis llamarlo- que al fin y al cabo, las grandes religiones y los grandes pensamientos de opinión, o corrientes filosóficas de pensamiento, suelen ser eso, una especie de “instrucciones para la vida” o “aviso a navegantes”... Sin embargo las recetas hechas de nuestros predecesores, sobretodo en el caso de religiones y filosofías, adolecen, cosa que descubrimos más adelante en nuestro caminar por la vida, de un defecto: Que son soluciones u orientaciones genéricas, y peor aún, colectivas, cuando el que vive la vida, y se va a morir, es uno mismo con su mismosura, por lo que muchas veces el calzo general no entra en mi vida particular...

Y claro, entonces no nos queda más remedio que vivir la vida improvisándola constantemente, mediante una especie de ensayo y error constante, en la que desgraciadamente, los errores y las meteduras de pata existenciales son muchas, y ya nos morimos si encima nos interrogamos por los futuribles (¿qué habría sido de mí de haber estudiado filología, y no derecho?, ¿qué habría sido de mí de quedarme en MADRID y no regresar a GRANADA? ¿qué habría sido de mí de haber hecho tal o cual cosa en vez de tal otra?) y entonces ya perdemos la cabeza... Con todo, en este devenir que es la vida, sin instrucciones, insisto, algunas cosas he aprendido (y a fuerza palos, como se suele decir)... y no las comparto con vosotros porque yo me crea gurú de nada, ya he dicho antes que las soluciones y las recetas ha de buscarlas cada cual para su vida particular, sino porque hasta la fecha son de las pocas, pero seguras, instrucciones que me he ido haciendo en el camino....

En primer lugar, que aquella afirmación de JORGE MANRIQUE en las COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE de que “Nuestras vidas son los ríos que van a morir a la mar” es solamente válida en lo que se refiere a la muerte (esa enfermedad crónica que todos tenemos desde nuestro nacimiento), pero no sirve para todo lo demás... porque las personas no somos ríos, abocados a ir siempre hacia adelante, sino que tenemos la capacidad, en un momento dado de nuestra vida, de detenernos, cuando no nos convencen los derroteros de nuestra vida, y regresar hacia atrás, a cualquier punto del pasado (por ejemplo una disyuntiva cualquiera, una decisión antigua) y corregir, tomar el otro camino, probar la otra opción, por lo que constantemente podemos ir y venir por los vericuetos de nuestra vida (como los ratones de laboratorio a los que los científicos someten a cientos de laberintos de prueba) hasta encontrar el camino adecuado...

En segundo lugar que la FELICIDAD, esa especie de “regalo sorpresa” de la vida no es un paquete enorme, con una moña dorada, envuelto en papel de regalo de El Corte Inglés, que nos vamos a encontrar, sin esfuerzo por nuestra parte, en mitad del camino de la vida... sino que la felicidad viene a ser como el perfume, que por lo general se encuentra en frasquitos pequeños y que, al igual que los perfumes, cada cual utiliza el suyo exclusivo, el que le viene bien... porque habrá quien cifre la suma felicidad en quedarse dormido, una tarde de Domingo, abrazado a su pareja en el sofá, mientras afuera hace un tiempo y un frío de perros, o habrá quien ponga su felicidad en un paseo por la montaña, y habrá quien ponga la felicidad en una llamada de teléfono de una voz amiga... pero siempre pequeños detalles, que debemos aprovechar hasta el fondo, porque lo que son los sinsabores de la vida, éstos, al contrario, suelen venir a granel, en contenedores industriales...

Y luego, esa célebre sentencia de SAN PABLO en su Primera Carta a los CORINTIOS (1 Cor 15, 32) que dice Bebamos y comamos que mañana moriremos”, porque aunque él lo dice en sentido crítico (es decir, si CRISTO no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe, comportémonos como animales que sólo se guían por el presente y el instinto) no deja de ser cierto... porque en esta vida, he llegado yo a la conclusión  (aunque también es una sentencia de SAN PABLO en su Primera Carta a los TESALONICENSES, 1 Tes 5, 19) en esta vida “Hay que probarlo todo y quedarse con lo bueno...”, otra cosa ya más discutible es lo que entienda cada cual, desde un punto de vista ético y moral qué es lo bueno, qué es lo malo, y qué es lo que debemos o no probar... aunque para esto hay una regla que no falla, también para el manual de instrucciones de la vida... ésta sí que es mía: “Hagas lo que hagas, si no es ilegal, y no hace daño a terceros, entonces... Don’t worry, be happy” y eso que, en esta vida, todavía tengo muchas cosas pendientes de mi lista de tareas pendientes... muchos viajes por hacer, mucha gente que conocer, mucho sexo que hacer, muchas cosas que escribir, muchos deseos que cumplir...

Puede que sea, es verdad, la caída del follaje otoñal, diréis vosotros, que este post me ha salido existencialistas y filosófico, pero una cosa tengo clara, para terminar de filosofías, nunca seré un cobarde, por muy mal que vayan las cosas, como para decir, en plan SARTRE “Parad el mundo que me bajo”... porque en este teatrillo de la vida, hasta que me muera, no pienso andar más jodido de lo que ya estamos, y a modo de conclusión os dejo con la frase de un sabio entre los sabios, de un auténtico filósofo de la vida, que bien podía haberse dedicado a escribirme ese libro de instrucciones de la vida que  a veces añoro, me refiero a mi difunto abuelo, que solía decir: “¡Para tres días que vamos a vivir, y dos lloviendo, no nos vamos a joder encima nosotros el que nos queda!” y yo sólo puedo añadir “¡Ahí os queda eso!”