Eterno Mercury






Se cumplen 20 años de la muerte de Mercury. Y el Espectáculo ha continuado durante todos estos años cómo él mismo vaticinaba.
Desde siempre, y pesar de que cuando Freddie falleció, yo era un niño en una tierra de Pitufos que apenas conocía sus canciones, Mercury siempre me resultó un personaje fascinante. Cuando más tarde fui descubriendo sus canciones y su mundo, me fascinó esa extravagancia con la que adornaba su vida, esa extravagancia tan lejanda en mi mundo de aquellos días. Me enamoraba de un Mercury que ya no estaba y aquellas canciones formaron parte de mi adolescencia entre una añoranza del personaje ya desaparecido.
Años más tarde, cuando me perdía en una Inglaterra desconocida para mí, recuerdo tener entre mis manos todos los discos del grupo, pues en aquella casa, Freddie era reverenciado como un dios. Recuerdo a su dueña cantar a las seis de la mañana sus canciones mientras que se desperezaba frente a un mirador gris desde el que se contemplaba el territorio lluvioso. Freddie era para ella el refugio de una melancolía que se prolongaba durante años y en la que se reencontraba diariamente con su hijo también fallecido en un accidente de moto, aquel hijo que había coleccionado toda su discografía. Yo era la única persona a quien permitía mangonear y escuchar esos discos, pues sabía que para esa mujer el desaparecido Freddie era un símbolo de su desaparecido hijo. Ahí es donde descubrí todas y cada una de sus canciones y discos inéditos.
El espectáculo ha continuado. Claro que sí... a pesar de los cambios en mi vida. Porque, ¿qué es la vida, Freddie? Una ilusión, una sombra y una ficción...
Para mi adorado Freddie, un recuerdo allí donde te encuentres. Que todo siga siendo una representación, ¡un gran espectáculo!.