Y es que, todos los que somos de nuestra edad hemos conocido bastante bien a ETA, ya desde pequeño, me acuerdo de que esporádicamente salían en el TELEDIARIO las imágenes del “último atentado de ETA” que eran más frecuentes, en el tiempo, conforme retrocedemos hacia atrás, es decir, en la década de los 80 había más atentados que ahora (mi infancia), en la de los 90 menos, pero había (mi juventud) y desde el cambio de siglo más esporádicamente, aunque no por ello, menos graves. Siempre he dicho, del terrorismo, que lo que más impactó en la sociedad norteamericana del 11-S no fue tanto el atentado (espectacular, sí, que duda cabe) como el descubrir, y además en plan toda la sociedad en su conjunto, que ellos también podían ser víctimas, ese “caerse de un guindo” colectivo tuvo que ser desastroso en la mentalidad de los norteamericanos… Los españoles, como yo, que hemos crecido con ETA y sus atentados, y hablo sólo desde mi propio sentimiento, sabíamos que ETA estaba ahí, que podía atentar y que cabía la posibilidad de ser una víctima colateral (¿Y si ponían una bomba al coche oficial de un militar en mi camino al colegio?), pero lo teníamos asumido –me explico- no vivíamos con miedo, pero sí “con la posibilidad” planeando sobre nuestras cabezas (que conste que hablo de mi experiencia, única y personal, no extrapoléis lo que digo más allá de mi propia vida…)
Por otra parte, aún siendo niño, aunque nadie me explicara nada, los TELEDIARIOS están para algo, y poco a poco entendías que los de ETA defendían por la fuerza de las armas la independencia de EUSKADI y ahí es cuando la lógica del terrorismo se me escapa… Puedo entender en el plano puramente racional (entendedme bien, que no justifico nada) que en la lógica de un terrorista esté atentar y hacer daño contra el enemigo: Si para ellos el enemigo son las fuerzas de ocupación extranjeras, dígase Policía Nacional, militares y Guardia Civil, es lógico que atenten contra estos objetivos, pues para ellos son “los malos”, pero nunca lograré entender que los niños de la Casa Cuartel de ZARAGOZA o los clientes de HIPERCOR en BARCELONA fueran “enemigos de la sociedad vasca”… Es lo mismo que pensar que en la mentalidad de un talibán afgano poner una bomba contra un cuartel de Cascos Azules de la ONU o la embajada de los EE.UU es racionalmente correcto, pues son “los malos”, pero no entiendo qué sentido tiene poner una bomba en un mercado afgano, abarrotado de mujeres y niños, o en una mezquita en el rezo del viernes… ¡estás atentando contra los tuyos propios! Ahí es cuando descubres que, pese a la lógica que pudiera tener un terrorismo, digo lógica racional ideológica inicial, al final todos degeneran en un hacer daño, por un hacer daño… ya sin legitimaciones políticas o ideológicas de ningún tipo.
Como he dicho en el comentario a alguno de vosotros: “La paz es como la nitroglicerina, mejor no menearla mucho, pues enseguida estalla hecha añicos” y es que me joden las reacciones posteriores al anuncio de paz. ETA, con independencia de todo lo que haya detrás, anuncia la paz después de 42 años atentando (de los que 37 se han solapado con mi propia vida), todo el mundo diciendo que desconfía, que si el Gobierno miente, que si es otra mentira, que si la izquierda abertzale se ríe de las víctimas, que si nadie ha pedido perdón… ¡No, no, dejadla en paz, a la paz, no “menealla” como dicen los gallegos! Si ha germinado un brote precioso, hay que dejarle espacio, para que se nutra, crezca, le dé el sol y se convierta en un árbol frondoso a cuya sombra podamos cobijarnos todos los españoles, pero un árbol a lo mejor tarda otros 42 años en crecer, da igual, pero está ahí, como brote precioso que se abre paso en medio de los espinos y del pedregal…
Sabéis que soy creyente, a lo largo de mi vida he estado en muchas celebraciones por las víctimas, he rezado mucho, y en muchas vigilias… no dejé de rezar ni un solo día por ORTEGA LARA, participé en una vigilia de oración aquella noche terrible de la “cuenta atrás y muerte anunciada” de MIGUEL ÁNGEL BLANCO, y he visto muchos, quizás demasiados, funerales en la tele, con el sentimiento creyente de que, por absurdo que parezca, la muerte (y su sequito) no tiene el final, ni el triunfo de su mano… Me he acordado de un par de citas estos días, como la de “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5, 9) o “El Señor da fuerzas a su pueblo, bendice a su pueblo con la paz” (del Salmo 29, 11) y todo ello no exento de nuestra colaboración y de que se haga justicia, ciertamente: “Que montes y colinas anuncien la paz por la justicia (…) Bondad y lealtad se encuentran, justicia y paz se besan” (Salmos 72, 3 y 85, 11) Quizás este anuncio de paz no sea, desde mi óptica creyente, una casualidad tan cercanas estas fechas navideñas, ojalá se cumplan las palabras, de una vez para siempre, en nuestra sociedad, del profeta Isaías, cuando dice: “Porque un niño nos ha nacido, nos han traído un hijo: (…) Príncipe de la paz. Su glorioso principado y la paz no tendrán fin, en el trono de David y en su reino; se mantendrá y consolidará con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre.” (Isaías 9, 5-6)
Ojalá se consolide la paz, y que no la jodamos antes de hora, con las aportaciones de todas las partes involucradas, en las que incluyo también, las oraciones de las personas de buena voluntad y de las propias víctimas, que sin duda, interceden en el cielo ante el trono de gracia del Señor, invocando que sus muertes no sean absurdas ni estériles… Lo que me recuerda que, de todas las reacciones, la que más me ha jodido, aunque ya me tienen acostumbrado a ello, es la de mis queridísimos y nunca bien ponderados obispos, pues la Conferencia Episcopal Española se ha descolgado con un documento en el que sólo dicen que “de costumbre, no solemos valorar los comunicados de ETA” ¡Bendita manada de cabrones vestidos de púrpura! Si ni siquiera ellos se creen al Cristo, hecho niño, pobre y desválido, nacido en la suciedad de nuestra tierra y de nuestra humanidad, príncipe de la paz, señor de la justicia y del derecho… Deberían estar todos de rodillas, rezando para que esto salga bien, en vez de joderla, cada vez que abren la bocaza… yo, por si acaso, cuando haga el Belén esta navidad, en mi casa, pondré una ramita de olivo en las manos del niño Dios, para que por fin, su cetro de paz, gobierne sobre ESPAÑA.