Que ya he comentado, al hilo de otros posts, que la PUTA MADRE NATURALEZA, tiene muy poco aprecio, por regla general, por los machos, vamos, por los varones, sean de cualquier especie y, en concreto, de la humana.
Ya os dije en una ocasión, por ejemplo, que todos los fetos comienzan a desarrollarse como niñas, hasta que en el segundo mes de embarazo se produce el trauma de que aprezca el cromosoma “Y” y entonces hay que desmontar lo ya montado, y empezar a formar un varón… y encima, ante el más mínimo problema, se se trata de un varón, aborto espontáneo y no gastamos energías, ni tiempo, en esta menudencia…. y al final de la vida, preguntadle a cualquier antropólogo o geográfo si no hay más viudas que viudos en la pirámide de población a partir de ciertas edades… somos débiles, al principio y al final, y encima los que sobrevivimos, para la PUTA MADRE NATURALEZA, somos “una mujer mal hecha” (de ahí, por ejemplo, los pezones, ya los teníamos puestos –como mujeres que íbamos a ser- cuando el embarazo cambió nuestro género….).
Para colmo de males, en un documental dijeron que las características secundarias del varón se van diluyendo en las futuras generaciones (vello, barba, pelo, voz grave, testículos grandes, semen de calidad…) precisamente por culpa de las mujeres… y es que, las nuevas generaciones salen cada vez más andróginas porque las mujeres eliminan todo el exceso de estrógenos (la hormona femenina) de sus pastillas anticonceptivas por la orina, que va a las alcantarillas y de ahí, a las plantas potabilizadoras de agua, y de nuevo al consumo humano (que dichas plantas pueden eliminar los desechos fecales, las bacterias, la contaminación, pero no las hormonas femeninas) o sea, que nos estamos sobrehormonando en femenino, algo así como si fuéramos a cambiar de sexo, en cada vaso de agua… ¡hay que joderse!
Y es que la extinción del varón es algo que los biólogos contemplan a corto plazo (varios miles de años), y ejemplo de ello nos lo ofrece, de nuevo, nuestra querida PUTA MADRE NATURALEZA, en el caso de unas graciosas lagartijas africanas que han aprendido a reproducirse sin machos, que se han extinguido por completo en su especie… las hembras ponen huevos fértiles de los que nacen hembras que son copias clónicas de sus madres, aunque para que los huevos se tornen fértiles es preciso que se encuentren con otra hembra y “se restrieguen entre sí un buen rato”, los científicos creen que como reminiscencia instintiva que les queda de la cópula cuando aún existían machos en su especie…
Pero hay otra causa por la que nos extinguimos, y esta es la peor, porque es achacable a nuestra propia responsabilidad, y es que, los hombres, por regla general, solemos ser los “manitas” de la casa (ya sabemos de la incapacidad de una mujer para comprender los misterios de un taladro y la diferencia de numeración de las brocas)…. pero claro, somos tan galanes, que les hacemos todas las tareas del hogar… “Cariño… ¿puedes abrirme esta lata de tomate? ¡yo no puedo!” y todos tenemos a una amiga que nos ha llamado, por muy maricones que seamos, para que le colguemos un cuadro, le pongamos una bombilla o le arreglemos alguna chapuza casera…. Pues a partir de ahora… ¡que se jodan, que no vamos a poner nuestra integridad en juego sólo por ellas!
Porque, vamos, una cosa es extinguirnos por exigencias de la evolución, bajo la dictadura de la PUTA MADRE NATURALEZA, y otra es que colaboremos a ello, porque no me digáis, que aunque STULTIFER disfrute con este reportaje, al tío éste de la foto, que seguro que le está arreglando a su vecina el plafón de la luz del rellano de su puerta, no es gilipollas o no se ha leído un manual de seguridad en el trabajo ni de coña… Y es que, en algunas ocasiones, el afán de impresionar a la dama hace que pensemos con la cabeza de abajo, y no con la cabeza de arriba, que seguro que el menda de la foto está pensando en el polvo post chapuza agradecimiento que le va a echar a la vecina, claro que, para echar un polvo, primero es necesario sobrevivir a la chapuza….
En otras ocasiones, ya hemos visto los documentales de naturaleza, es la propia competitividad de los machos, luchando por una hembra, la que hace que los machos desaparezcan (¿Quién no ha visto en el documental el típico macho que muere por las heridas sufridas en la contienda, en época de celo, luchando por las hembras contra otro macho?) y eso es lo que sucedió en este caso… Que el técnico del aire acondicionado quería a la esposa de este desgraciado en su cama, y se dijo para sí: “Vamos a quitar el esposo del medio”, así que le puso el aire acondicionado y se fue a su casa, para luego llamar por teléfono al desgraciado esposo para decirle: “¡Perdona, se me olvidó conectar el aire a la electricidad, pero es muy sencillo, la toma de corriente está por debajo…!” y ya está, a sentarse a esperar… ¡hala, un competidor menos por la hembra deseada!…
En otras ocasiones el macho se extingue, no por la competencia con otro macho, ni por halagar a la dama, sino por el espíritu de rebaño, y es que ya se sabe, en cuanto se juntan varios machos, en plan rebaño, sin nada que hacer, enseguida sale el listo, o el típico, de entre los amigos que dice la frase mágica, que tantos fallecimientos de nuestros compañeros machos provoca: “¿A que no hay cojones…?” y es que no falla, se menciona lo más definitorio de nuestra masculinidad y automáticamente el primario toma el control, anulando a la razón y al sentido común… “¿A que no hay cojones a subirse a lo alto la farola?” y allá va el gilipollas, a demostrar que sí que los hay, se resbala y se descojona (nunca mejor dicho)… Y es que, en el Código Penal hay muchas conductas tipificadas como delito, que el legislador estima conveniente sancionar, sin embargo debería ser delito pronunciar la frase mágica, dada la cantidad de víctimas mortales que causa al cabo del año… más que la carretera y el cáncer, seguro… pongo la mano en el fuego, o los cojones sobre la mesa, seguro que no los pierdo…
Y otro momento histórico, por el que la especie empezó a sacrificar varones, fue el del sedentarismo, que antes, siendo nómadas, cada cual (hembras, varones, cachorros y ancianos) tenían que buscarse sus propias habichuelas y procurarse su propio sustento… pero la sedentarización hizo que los clanes humanes se estableciesen definitivamente en un lugar, con lo que el rol de cuidar a los cachorros, atender el campo y el ganado, y hacer figuritas de cerámica, quedó en manos de las hembras, mientras que los machos se veían en la penosa obligación de salir a cazar, y antes los animales no eran como ahora, que nos temen, sino que antes el hombre estaba en pie de igualdad con los animales en lo que a la cadena alimenticia se refiere… ¡o sea, que nos comían ellos a nosotros! y claro, más de una “lista” mandaba al maromo a cazar con la esperanza de que un mamut lo espachurrara y no volviera… Aunque en este caso, de estos albañiles que han salido a buscar el sustento de sus familias, y estgán ellos mismos en la hora del bocadillo, van a morir espachurrados, aunque no por un mamut, sino por…. ¡una excavadora!
Lo dicho, los varones estamos llamados a desaparecer, pero mientras tanto se produzca este cataclismo homosexual (me refiero a que sólo va a afectar a un sexo, el varón) y la PUTA MADRE NATURALEZA nos siga dando cuartelillo…. ¡coño, no colaboremos nosotros a nuestra propia extinción!