Hipocresía Administrativa Homófoba.




La hipocresía administrava no tiene límites. Todavía no entiendo cómo en este País no hemos llegado a la insumisión plena. Porque, lo de la Ley del tabaco -y yo no fumo... aunque me gusten otros pirulos... jajaj!- no tiene nombre. Se prohibe a unos ciudadanos el consumo del tabaco cuando es la propia administración la que te lo mete por los ojos para que lo compres pagando unos suculentos impuestazos confiscatorios.
Pero es que, eso no es todo.
Resulta que al empezar el año, lo primero que me encuentro es la procesión del patrón local danzando por las calles, tocando tambores y tirando tracas.
Cada uno de los domingos, a tempranas horas, oigo las "dulces" campanas de las siete parroquias que hay en las proximidades, alterándome el sueño profundo dominical y despertando mis pasiones empalmatorias... ¿por qué será que siempre me levanto empalmado?... ¿será el sonido de las campanas?.
Los fines de semana que decido ir a la casa familiar -en un recóndito pueblo ni manchego, ni serrano ni alcarreño sino mezcla de todo ello-, a pesar de los muros kilométricos de la mansión, oigo llegar el sonido que a través de la ventana de la pequeña bodeja se introduce cueva adentro llegando a la puerta del portal y atravesando las dos hojas de madera de pino de mi dormitorio, el sonido -digo- de un horroroso disco que por los altavoces de la torre parroquial dice: "Demos gracias al Señor, demos gracias: demos Gracias al Señor. Por la mañana, que se levanta, el día canta a su Señor... .... Demos gracias al Señor, demos gracias..."; eso, cuando no suena la consabida: "La misa es una fiesta muy alegre, la misa es una fiesta con Jesús, la misa es una fiesta que nos une, la misa es una fiesta con Jesús"... o mucho peor, aquella que habla: "Hacia ti, Morada Santa; hacia tí, tierra de salvación, Peregrinos, Caminantes... vamos hacia tí"... Penoso: y más que me empalma el pene.
Dos meses antes, ya se va oyendo en toda la ciudad el retumbar de los tambores que, dos horas por tarde, ensayan las procesiones de Semana Santa.
Una Semana Santa horrorosíma en la que se congestionan las calles de media ciudad con desfiles de imágenes -muchas de ellas de ninguna calidad artística y horrorosas por esencia- y desfiles de trompeteros, tamboreros, bandas municipales y manada de tontos vestidos con túnicas de colores... Incomprensible.
Un poco más adelante... está el Corpus Christi... donde las beatas desfilan -atascando el centro- a bombo de puntillas cantando el "Pange Lingua gloriosi, corporis misterium"... Que me parece muy bien... pero... tiene cojones: cortando toda la ciudad.
Ya en verano, vienen las ferias municipales. Una semana entera con ruidos, conciertos de Manolo Escobar, tracas, petardos, ferias, coches eléctricos, tombolas y norias ruidosas... y que finaliza a modo de traca nocturna cuando uno ya está hasta los huevos de soportar ruidos y malos olores.
En septiembre... la fiesta de vaquillas. Donde el casco antiguo se llena de guarros venidos y llegados de toda España a mear por las calles y beber botellones de cerveza. Corte de Plaza Mayor -para aquellos que hacemos uso frecuente del lugar-, calles llenas de mierda. Comilonas, verbenas populares, ruidos y espectáculos varios.
Y.... para rematar, Navidad: Villancicos y nuevo corte ruidoso de cabalgata de Reyes donde, si te descuidan, te pegan un caramelazo y te dejan tonto.
Ah!... Y me he comido el espectáculo del Carnaval... que esa es otra.
En fin! Y ahora llega el Gilipollas del Ayuntamiento de Madrid y dice que el Orgullo Gay es "medio-ambientalmente" inasumible -que digo yo: ¿qué cojones querrá decir con eso el Faraón?- y que hay que incoar un expediente disciplinario sancionador contra los organizadores.
Yo me pregunto y me cuestiono: Gallardón... ¿por qué no me chupas el pepino?