La Perla Peregrina


Con la muerte de Elizbeth Taylor, (estoy muy cuestionado *) me siento tremendamente preocupado por el destino de una de las Joyas de la Corona de España que estaba en poder de la actriz.

Y es que lo de la Perla Peregrina es tremendamente curioso. Al parecer, esta joya era una de las piedras más valiosas y más relevantes de la Historia. De todos es conocido el amor de los ingleses por sus pedruscos reales insertados en coronas y collares que lucirá con toda pompa -para su vergüenza- la ínclita Camila, venerada por el Orejas -que por cierto, andan medio borrachos por España dando vueltas y siendo recibidos por autoridades varias, municipales, autómincas y nacionales cuando ellos lo que realmente desean es que les reciba Carmen de Mairena-.
Pues bien... no sólo los ingleses compraban, robaban o expoliaban pedruscos para sus coronas. También los españoles eran amantísimos -aunque mucho más tontos- en eso de recopilar pedruscos. Claro que, según las recopilaban, las regalaban a las cortes europeas -hemos sido imbéciles toda la vida, ¡qué le vamos a hacer!-. Y una de esas piedras fue la Perla Peregrina, que adquirida por Felipe II, fue regalada por el Monarca a su esposa María Tudor (que estaba más loca que un panal de avispas por herencia del mal de los Trastámaras y de un padre que tenía un herpes en la polla y para aplacarlo tuvo que casarse varias veces).


Pues bien. Al parecer la Perla Peregrina ya no volvió nunca al arcón de las joyas españolas y fue pasando de mano en mano hasta que en 1969 Richar Burton -enamorado perdido, aunque según dicen era cosechero de un huerto de pepinos que disfrutaba enormemente- la adquirió por la simbólica cantidad de 37.000 dólares en uns subasta y la regaló a su amada Elizabeth Taylor.
Esta loca mandó insertar la perla en un collar de piedras preciosas -ver foto- porque al parecer la Perlita venía en una cadenilla que en tiempos había lucido la aristocracia europea. Pero para Liz, esa cadena era poca cosa y aderezó la perla en un compendio de diamantes y piedras varias -ver foto- que realzó la belleza de la piedra y la vanidad de llevarla colgando. Pero como el que nace "loca", vive alocadamente durante toda su vida, nuestra estupenda actriz no debió de hacer mucha caso al pedrusco pues se cuenta que en una ocasión (le fue desaparecido *) la joya desapareció y que buscándola por su mansión, la encontró en la boca de uno de sus caniches que estuvo tan feliz un buen ratito mosdisqueando la perla causándole algunos daños.
Y ahora... ahora que Liz se ha ido al otro mundo y lógicamente no se ha llevado la Perla Peregrina... mi pregunta es: ¿qué pasará con esta Joya?... ¿ocurrirá lo mismo que con las joyas de Encarna Sánchez?... ¿o habrá sido ya subastada por la artista sin que nos hayamos enterado el resto de mortales?

¡Ay dios! ¡Qué cosas tiene la historia! ¡Con la ilusión que me haría a mí regalar a mi amor la Perla Peregrina!


(*) Correcciones de revisor ortográfico Thiaguense... que como muy acertadamente ha precisado, me ha llamado la atención sobre esas fatalidades que le han alterado los sentidos. El querer hacer un texto coloquial tiene esas cosas: uno escribe barbaridades... jajaj!